Muy bonita historia agridulce sobre la infancia, de la soledad infantil y de la madurez hacia la adolescencia. Todos somos unos incomprendidos, porque quizá no queremos darnos cuenta de la verdad y porque no nos gusta que las cosas cambien ni que nos saquen de nuestro seguro.
Me ha gustado mucho en especial la imaginación desbordante del niño que se divertía simplemente con un barquito porque yo creo que ese tipo de infancia se ha perdido con tanto consumismo.
En fin, quizá no es lo más propio para Nochebuena (por el saborcillo amargo que te deja) pero me ha encantado.
Me ha gustado mucho en especial la imaginación desbordante del niño que se divertía simplemente con un barquito porque yo creo que ese tipo de infancia se ha perdido con tanto consumismo.
En fin, quizá no es lo más propio para Nochebuena (por el saborcillo amargo que te deja) pero me ha encantado.
1 comentario:
A mí me da penita. Pobres monstruos, ¿no? Sobre todo el de cabeza de bisonte, que no sé cómo se llamaba.
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