Bueno, se suponía que iba a
empezar la temporada 2014-2015 con la maratón de Logroño, pero dado que no
había entrenado nada durante el verano, habría sido una locura haberla hecho.
Días antes de la prueba envié un correo a la organización para ver si podían
cambiarme a la media. No recibí respuesta, pero al recoger el dorsal no lo
tenía en la maratón, así que debo agradecerles este hecho ya que si no el día de
la prueba podría haber tenido la idea de bombero de hacerla entera y la verdad
es que no estaba para ello. De hecho, me costó bastante hacer la media, y es
que sin haber entrenado durante cuatro meses y medio, bastante que logré
terminarla en 2h3min39seg.
Me sorprendió lo bien que la
empecé. Estuve durante siete kilómetros corriendo a buen ritmo, 5:30 aproximadamente,
y sin malas sensaciones. Fue a partir de ahí que la pila se acabó de golpe: las
piernas no me iban, la respiración tampoco, sentía demasiado calor… Así que
nada, tocaba volver a la realidad e intentar no “deprimirme” demasiado. Y es
que ver cómo te pasa todo el mundo es duro, y en especial cuando te pasa gente
que va a hacer el doble de distancia que tú. Pero bueno, pasados unos cuantos
kilómetros, bastantes, cambié el chip y empecé a disfrutar yendo a ritmo
“tortuga, lenta pero segura, y sobre todo con una gran sonrisa pintada en la
cara. El sol estaba pegándole, así que me alegré de no tener que hacer la
maratón entera. En uno de los avituallamientos por fin conseguí un Pituforade, los “galgos” se los
habían llevado en los kilómetros anteriores, y así pude meterle algo de sales
al cuerpo. Los dos últimos kilómetros hasta logré incrementar el ritmo y llegar
con “fuerza” a la meta donde me esperaba mi maravilloso equipo de apoyo.