viernes, 29 de junio de 2007

Mi primer sismo

Pues sí, ha sido la primera vez que he sentido un seísmo en mis carnes. La semana pasada estaba durmiendo y me desperté al sentir un temblor. Me pregunté si eso había sido un "terremoto", pero la verdad es que no me preocupé mucho más por el tema. Ahora sé que sí que fue un seísmo chiquitito, porque hoy he sentido uno en plena oficina.
Estábamos trabajando y de repente he sentido como si pasase un metro por debajo de mis pies. Esa ha sido la sensación. Claro que el temblor ha durado 30 segundos, con lo que te das cuenta de que no es el metro (bueno también porque el metro de Santiago no pasa por debajo de mi oficina) y cuando hemos mirado al frente hemos visto las cristaleras de la oficina de enfrente temblar. ¡Coño, que es un "terremoto"! Al momento se ha pasado, así que todos los santiaguinos a llamarse por teléfono a ver si alguno se había quedado atrapado en ascensor o algo por el estilo.
Leyendo las noticias en "El mercurio online" (http://www.emol.com/): "El epicentro se registró a 52 kilómetros al suroeste de Illapel, en la Cuarta Región, con una magnitud Richter de 5.7, de acuerdo a lo informado por Sismología de la Universidad de Chile. En Los Vilos tuvo una intensidad de V grados en la escala de Mercalli, al igual que en las ciudades de Quillota y La Ligua, mientras que en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Rancagua se registraron IV grados."
Según la escala de Mercalli, "IV grados implica que los objetos colgantes oscilan visiblemente. La sensación percibida es semejante a la que produciría el paso de un vehículo pesado. Los automóviles detenidos se mecen". Pues eso, lo que he sentido yo, que el metro pasaba bajo mis pies.
Espero que no sufra ninguno más fuerte, porque estos no están mal, hasta son graciosos, pero no me gustaría sufrir uno como el del año 1985 o el del año 1960 que fue la repanocha.
3 de Marzo de 1985 a las 19:47 horas. El sismo se sintió entre la II y la IX regiones del país y tuvo una Intensidad máxima del grado VIII en la escala modificada de Mercalli, y Magnitud Richter 7,7. La zona más afectada fue San Antonio, así como sus vecinos pueblos de Alhué, Melipilla y el no tan vecino Rengo. El recuento arrojó un saldo de 177 muertos, 2.575 heridos y 979.792 damnificados.
21 de mayo, a las 6:02 A.M. horas. Toda la zona de la península de Arauco fue sacudida por un sismo cuya magnitud fue 7.75 grados en la escala de Richter, que alcanzo una intensidad VII en la escala de Mercali. Este sismo tuvo 19 epicentros, algunos de ellos en el mar. Los daños ocurridos fueron principalmente debidos al derrumbe de casas viejas de tabique o piedra y campanarios, que aplastaron a cientos de personas.
22 de mayo, a las 14:55 P.M., se detecta un gran sismo, con probable epicentro en el mar, el cual tuvo una duración de 10 minutos. Realmente el cataclismo tuvo 37 epicentros que entraron en acción como una gran cadena. Estos se repartían de Norte a Sur en una extensión de 1350 kilómetros, lo que constituyen unos 400.000 km2 . La magnitud máxima registrada fue de 9,5 en la escala de Richter, y constituye la mayor magnitud registrada de un terremoto en la historia sísmica mundial (se produjeron levantamientos y hundimientos de extensas áreas y el mar terminó de cambiar el paisaje, ocupando zonas que antes eran tierra firme). El fuerte movimiento abarcó 13 provincias desde Talca hasta Chiloé, incluyendo 11 Provincias afectadas por el terremoto del día anterior. La intensidad máxima alcanzada fue de XI en escala de Mercali modificada en la Zona de Valdivia, aunque en algunas zonas, se podría haber asignado una intensidad de XII. Las consecuencias: derrumbes, ruinas, incendios, inundaciones, una lluvia copiosa y el maremoto (en la desembocadura del río Valdivia, la primera ola subió el mar 4-5 metros sobre su nivel normal, la segunda fue una ola de ocho metros y unos 150-200 km/h, y la tercera fue una ola de 10-11 metros y con una velocidad de unos 100 km/h).
El cálculo final de muertos y desaparecidos nunca se ha sabido con precisión, ya que, por falta de registros, o falta de datos de zonas demasiado lejanas los informes de la época no coincidían en una cifra única. Patricio Manns habla de 10.000 muertos.

sábado, 23 de junio de 2007

Crisis a lo "Prison Break"

Pues sí, mirando la foto pareciese que me acaba de detener la policía chilena y que está a punto de tomarme las huellas dactilares… pero no, es el tipo de fotografía que hay que presentar para que te amplíen el permiso de turista ya que mi estancia en Chile se va a prolongar hasta octubre y por lo tanto tengo que tener visa para ello.

Y digo yo, si regreso a España en julio y regreso a Chile en agosto, ¿no se podría considerar como dos estancias distintas y por lo tanto no tendría por qué hacer este papeleo? Pues al parecer no, porque al estar en el país más de cuatro meses en un plazo de tiempo necesito “papeles”, al menos para mi segunda estancia.

Bueno, pues nada, ahí está Crisis en plan Prison Break. Al menos sonrío, claro que al menos ha sido más agradable que el año pasado en Chicago, donde no sólo digitalizaron mi huella dactilar, sino que a la poli no le debió gustar lo poco que me expresaba (es que tenía el inglés oxidado y no pretendería que le cogiese el acento al momento) y me mandó al cuarto de vigilancia. Total que me pasé más de media hora con mi pasaporte encima de una mesa delante de otro policía mientras nos monitorizaban con cámaras, supongo que sería por si acaso nos poníamos “nerviosos” porque teníamos algo que esconder… En fin, que fue gracioso porque conmigo encerraron también a unos escoceses y uno de ellos estaba indignadísimo (y con razón porque me parece una violación de tu libertad) y casi mete la pata cuando le pregunta al poli (que era negro) que de dónde era él. El poli se ofendió y dijo que él era de los Estados Unidos (por supuesto el patriotismo ante todo) y se echó mano a la pipa. Pensé, a éste le detienen o le deportan directamente. Pero no, hubo suerte y no pasó nada. Y a la media hora de estar allí, el poli “sensible” cogió mi pasaporte, me hizo las mismas preguntas que la poli de la aduana y me selló el visado. ¡Ainsss que gente! Así que ya sabéis, si tenéis que entrar en los USA no se os ocurra contestar con monosílabos ante las preguntas o que te pille en plan pachorra. ¡Hay que tener energía!

sábado, 16 de junio de 2007

La hora punta santiaguina

El otro día escribía que me hacía gracia que hubiese carteles en el metro indicando que se fuese por la derecha para no entorpecer el tráfico y que no se intentase entrar en el metro cuando se están cerrando las puertas. Ahora entiendo por qué... ayer sufrí el metro santiaguino en hora punta.

Iba al centro (estación Universidad de Chile (la de la foto)) a eso de las 19.00h del viernes y pensé que iba a haber gente... ¡pero no tanta! Era peor que la L10 madrileña un viernes a eso de las tres de la tarde. Aunque mi parada de metro, Tobalaba, es la segunda parada de la línea roja (L1), cuando llegó el vagón, éste ya estaba abarrotado, y había tanta gente esperando que no entré, así que me tuve que esperar al siguiente. Llegó al tiro y vacío (debía ser un tren de refuerzo), con lo que en cuanto las puertas se abrieron pude colocarme en una esquinita junto a las mismas evitando ser arrollada por la gente que quería un asiento para sentarse. Durante todo el trayecto estuvimos como sardinas en lata, e incluso en algunas de las paradas se les dijo a la gente que no entrase. Pero bueno, cuando llegué a mi destino salí "vomitada" del vagón ya que Universidad de Chile es otra de las paradas con más afluencia de gente.

Para facilitar la gestión del personal en las vías hay unos seguratas (con chaleco amarillo reflectante) que se encargan de ayudar a que las mochilas que se quedan rezagadas en el cierre de puertas entren en el vagón o que los viandantes no pasemos de la línea amarilla para que no nos arrollen los trenes (que por cierto llegan a bastante velocidad). Al mismo tiempo por megafonía te avisan de si se ha cortado el acceso temporalmente a las vías para evitar más acumulación de gente en las mismas. Por otro lado, el suelo del andén está partido en tres zonas: la primera parte va de la vía a la primera línea amarilla (medio metro) y es la zona en la que no se debe estar si no quieres que te pille el tren. La segunda zona está entre dos líneas amarillas (un metro) y esta es la zona de la gente que va a entrar en el siguiente vagón con suerte. Por último, la tercera zona va de la segunda línea amarilla a la pared (metro y medio) es para la gente que va caminando por el andén o para aquellos que tienen que esperar a otro tren por no haber podido entrar en el anterior. Por cierto que en hora punta si tienes que salir prepárate para pegarte con la gente porque lo de "salir antes de entrar" no es que se respete mucho.

lunes, 11 de junio de 2007

Dos años ya...

Hace dos años (11 de junio 2005) que me dejaron y a veces pienso que todavía no lo he superado. Prueba de ello es que estoy escribiendo ésto cuando quizá no debiese hacerlo porque no es bueno para mi autoestima. Pero bueno, al menos fui capaz de no caer en una depresión parecida a la que tuve a los quince años, y fue gracias a que me dije a mí misma que no iba a dejarme caer como entonces (lo que hacen los años y la experiencia, oye, porque mira que lo pasé mal entonces).
Los primeros tiempos (meses y meses) fueron malos, muy malos, sobretodo porque no entendía que no quisiera darme la posibilidad de intentar arreglarlo. Fue tajante y sin posibilidad de reacción a pesar de mis esfuerzos. Me quería fuera y ya está. Me dolió mucho (más bien me rompió el corazón) porque yo pensaba que mi vida sentimental estaba solucionada. Para mí era mi media naranja, mi mejor amigo, la persona con quien quería pasar el resto de mis días, formar una familia, vivir juntos en "nuestra" casa... Durante nuestra relación, a pesar de no poder estar mucho tiempo con él, no me importaba porque creía que cuando su trabajo se normalizase empezaríamos a hacer más cosas en común. No sé, yo ya había encontrado a la persona de mi vida y estaba dispuesta a esperar lo necesario porque para mí valía la pena. Y de repente me encontré con un portazo en la cara y se cayeron todos mis sueños y el mayor problema es que ni siquiera sabía cómo comenzar a recoger mis pedazos: me dejó totalmente fuera de juego.
¡Y mira que me costó recoger los pedazos! El problema no era recogerlos sino pegarlos y colocarlos en su posición correcta para volver a sonreir. Menos mal que tenía a mi hermana y a mi cuñado que estuvieron todo el rato conmigo y me pegaban en la cabeza cada vez que se entristecía mi mirada. En estos tiempos lo duro era dejar pensar en él, de querer seguir compartiendo todos los momentos con él y el tratar de entender por qué me dejó y qué es lo que hice tan mal que le llevó a dejarme. También fue duro cuando él empezó a hacer todas las cosas que le decíamos que tenía que hacer para no estar tan presionado por el trabajo: cambió de trabajo, empezó a descansar los fines de semana, hacer cosas con sus amigos, e incluso se compró una casa. Parece que fuese yo quien le impidiese hacer todo eso y el dejarme la excusa perfecta para empezar a planificar su vida de otra manera.
Pero bueno, el tiempo fue transcurriendo y no fue hasta un año más tarde que mi herida profunda no empezó a cerrarse. Desde entonces fui cogiendo más confianza en mí misma y dejé de querer compartir todos mis momentos con él. Le echaba de menos pero al menos no lloraba cada vez que pensaba en él. Me di cuenta de que los momentos son para quienes quieran compartirlos conmigo. Así que desde entonces intento sobrellevar mi soledad compartiendo mi vida con quien quiera estar en ella: mis padres, mi hermana, Rocío... La verdad es que estar desterrada en Suecia y luego mis vacaciones en Venecia también me ayudaron a aprender a estar sola: volver a ir al cine, irme de excursión a un sitio remoto sola a pesar de que cuando llegas siempre te dices "pero qué coño hago yo aquí", irme de conciertos...
Ahora la verdad es que ni siquiera me planteo tener una relación y no es porque no quiera, sino porque siempre he pensado que mi pareja tendría que ser mi amigo y ya que no tengo amigos, no creo que sea fácil tener novio. Además creo que si antes tenía las barreras altas respecto a las relaciones sociales (soy un poco asocial), desde que me dejaron ni te cuento. A veces sigo pensando en él, sobretodo cuando voy por un parque y veo a las parejas cogidas de la mano y me dan envidia porque yo también era así de feliz cuando estaba con él y quisiera volver a tener al alguien a mi lado que me cogiese de la mano, me diera besos y quisiera estar conmigo tal y como soy y que con eso le bastase.
Sólo espero que algún día vuelva a tener a alguien a mi lado que me quiera. Porque otra cosa no será, pero cuando amo a alguien lo amo con todo el corazón y sin reservarme nada. Quizá por eso acabé tan destrozada y por eso me protejo ahora tanto. Pero bueno, mientras llega mi "príncipe azul" disfrutaré de mi vida con mi entorno familiar que me han demostrado que por ellos sí que vale vivir y volver a ser feliz. Así que no quiero terminar sin agradecerles que hayan estado conmigo en todo este proceso de renacimiento: papis, abuela, Schwester, cuñaooo: MUCHAS GRACIAS

domingo, 10 de junio de 2007

Mis primeros días en Santiago de Chile

Lo primero que me llamó la atención de Santiago es la cantidad de perros abandonados que pueden encontrarse por las calles. Casi siempre los encuentras tumbados al sol buscando un poco de calor ya que por estos lares estamos yendo hacia el invierno. Por las noches literalmente atacan los contenedores de la calle con lo que se puede ver un montón de basura desparramada, lo cual contrasta mucho con la limpieza que hay durante el día .

El metro me ha gustado mucho porque las estaciones son muy amplias y modernas. Me ha hecho gracia que te indican que vayas por la derecha para no entorpecer el tráfico y que no intentes entrar en el metro cuando se están cerrando las puertas (debe ser para la hora punta). El precio del metro varía dependiendo de la hora de manera que oscila entre los 380 pesos de la hora valle y los 420 pesos de la hora punta (57 y 63 céntimos de euro respectivamente) . Me he comprado una tarjeta recargable, que no es que te salga más barato el viaje, pero al menos no tienes que estar comprando tickets cada vez que quieras viajar.

El centro no tiene mucho que ver. Digamos que está el Palacio de Gobierno, la Plaza de Armas, donde hay muchos bancos para sentarte y las dos calles "peatonales" que llegan a la misma, donde hay bastantes comercios y "tops-manta" (que venden principalmente guantes y gorros para el invierno). En estas calles los comercios se distribuyen en función del negocio, es decir que primero te encuentras todas las ópticas, después todas las zapaterías de mujer, las tiendas de lana... curioso. Otra cosa que me ha parecido curiosa es que hay altavoces por los que suena la música como si estuvieses en un gran centro comercial al aire libre. Los Corte Inglés de por aquí serían dos tiendas llamadas Ripley y Falabella (o algo por el estilo).

La gente de por aquí realmente habla otro idioma. Las expresiones más utilizadas son la de "al tiro" para decir enseguida y "ya pó" para asentir o indicar que te entienden lo que les dices. En ningún caso se utiliza la palabra "pico" (para ellos es pene) y la hora también se dice parecido al alemán, es decir dicen "quedan cinco minutos para las siete" para decir las siete menos cinco.

En cuanto salgo a la calle se nota enseguida que no soy de por aquí, principalmente porque no hay nadie con ojos azules. Por una vez en mi vida soy más alta que la mayoría de las mujeres y de altura semejante a los hombres. Además mi forma de vestir tampoco es la que se lleva por aquí, aunque al menos por aquí parece que no ha llegado todavía la moda de las microminifaldas. Respecto al chileno tipo, existen dos: los tirando a europeos y los tirando a mapuches. A los primeros los verás más por las zonas "nobles" (Vitacura, Las Condes) y los Malls de los extrarradios del noreste. A los segundos los verás más por el centro. Por cierto que hay muchos góticos, heavies y punks-alternativos por Santiago. Lo que he visto poco, por no decir nada, son chicas con el pelo corto.

Para finalizar, comentar que lo que me ha impresionado, son los Andes. Se sitúan detrás de Santiago y son visibles, siempre que la contaminación te lo permita. Lo malo es que todavía no tienen mucha nieve ya que al parecer hay sequía y no ha nevado (se supone que la temporada de esquí ya debería haber empezado). El río Mapocho tampoco está muy crecido todavía, así que tendré que esperar a que nieve para ver cómo se inundan partes de la ciudad a causa del mismo.