jueves, 20 de noviembre de 2014

20N1998 - un Ángel se fue al cielo

Han pasado ya dieciséis años desde que mi abuelo favorito se fue al cielo. Y tengo claro que se fue al cielo porque mi abuelo era muy bueno. Alguna vez le salía un ramalazo chulesco que yo achacaba a su padre desconocido, pero la verdad es que era un pedazo de pan.

Era tan bueno que decidió morirse un viernes soleado para no molestar a nadie a la hora de enterrarle al hacerse 24h más tarde, es decir en sábado. Encima se fue desayunado y recién aseado, para estar bien guapo con su pijama.  Y fue tan bueno, que avisó a mi hermana en sueños la noche anterior para que tuviese el privilegio de despedirse de él.

Sí, mi abuelo avisó a mi hermana de que nos dejaba. Ella soñó con que una persona mayor se despedía de ella y dedujo que era mi abuelo, dado que él nos iba dando avisos, se iba apagando como una vela. Y antes de ir a la universidad fue a verle. Estuvieron hablando, e incluso bromeando sobre la muerte. No había llegado ella a la parada del bus (está a 50m) que mi abuelo se marchó.

Pero eso no lo supimos hasta mucho más tarde. Estábamos las dos en la universidad, cuando un compañero del club Eurielec subió a avisarnos de que habían llamado nuestros padres, por aquel entonces NO había móviles, para decirnos que mi abuelo había fallecido. La verdad es que fue una situación curiosa… Nos juntamos en el hall, nos fuimos al jardincito de la Escuela las dos solas y hablando, nos echamos unas risas. Risas por el hecho de que mi hermana es un poco bruja con eso de soñar con la muerte de mi abuelo y también porque de todos los días del año para morirse, tuvo que hacerlo un 20N (mi abuelo era un republicano que tuvo que emigrar a Francia durante la guerra). En fin, que nadie decide cuando morirse, salvo los suicidas.

Estábamos tristes, pero sabíamos que era lo mejor para él, porque se murió justo cuando iba a empezar a fallarle todo de nuevo, 17 años antes había sufrido un cambio de válvula y siempre le decía yo que con 82 años, el cerdo ya le estaba aguantando mucho J Así, como era tan bueno, en vez de dejarnos ver cómo se ponía cada vez peor, decidió irse de repente, sólo con el aviso de pasar una noche revuelta. Lo único que no previó fue que en ese momento estaba sola mi abuela con él, y la pobre mujer se llevó un gran susto y disgusto porque de los cinco de la casa, sólo mi abuela no se percataba que mi abuelo se iba muriendo día a día y le seguía insistiendo en que tenía que andar… Y claro, el golpe de su muerte fue más duro.

De la universidad, nos fuimos al Tanatorio de la Paz. Nos dimos tanta prisa, que llegamos antes que el cadáver, con lo que dimos aviso en recepción de que en breves les iba a llegar un fallecido de nombre Ángel Prieto Martínez J Del tanatorio no me acuerdo mucho. No sé qué pasó ese día ni a quién vi.

Del entierro me acuerdo más. Fue en el cementerio de la Almudena, en la lápida familiar de los Contreras Cabra. Mi abuela coló a mi abuelo allí, con lo que para los próximos que les toca ya pueden hacer una reducción de cuerpos porque no caben y como mínimo van 3 para allá. En fin, que me desvío… Me acuerdo porque yo estaba sola, en un lateral, al lado de Basi, mi tía no-tía. Al estar en un lateral, puedes observar mejor las cosas: ves cómo los de la familia de mi abuela se creen más relevantes en el entierro que mi propio padre, el hijo de mi abuelo, queriendo tomar sin éxito las riendas del evento, ser los protagonistas del mismo. Ves cómo los cotillas miran a ver la calidad del féretro o a ver si los sepultureros hacien bien su trabajo, coño que el muerto no se va a levantar, o hacen comentarios que no vienen al caso porque no tienen ni idea de la realidad. Siempre digo que la familia no es la sangre, sino las personas que decides que estén a tu lado, y está claro que la familia de mi padre no es mi familia, sólo hay que ver cuántos invité a mi boda: UNO J

Yo me agarré al brazo de Basi para reconfortarme, la única persona, además de mi padre, madre, hermana y abuela  con la que quería estar en esos momentos. Di un adiós silencioso a mi abuelo, y ahí se quedó, solito en esa tumba tan grande con ese Cristo que alguien de la familia decidía ponerle claveles de vez en cuando dándole un estilo flamenco.

Y de eso hace 16 años, cómo pasa el tiempo…

No suelo ir a ver a mi abuelo, no soy de las que van a los cementerios a poner flores. Pero no sé, hoy me he acordado de él y me ha apetecido recordarle de esta manera: él era quien nos compraba unas colecciones de tapas marrones de comics históricos, el que nos compraba recortables, no sé era mi abuelo favorito, quizá porque era el más “débil” de todos. En parte por él mi peque se llama Ángel, para manterle en mi recuerdo J


¡CARPE DIEM!

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

Muy emotivo Cris.

Me gusta mucho la intimidad con que escribes en este blog.Le he echado un vistazoy da mucho gusto leerte.

Sigue haciéndolo por favor.

Crisis@Madrid dijo...

¡Gracias! :D