Gota a gota se va llenando el vaso. Últimamente no hace más que llenarse y desbordase hasta que vuelve a quedar espacio para poder llenarse de nuevo. Y cada vez que lo hace, la tristeza gana espacio en mi ánimo. Plop, plop, plop...
Estoy cansada. Cansada de sentirme atrapada, de no hacer nada, de ver que no evoluciono, de que nada sale como quiero. Soy una persona impaciente y no hago más que esperar. Me siento frustrada y no puedo gritar como un niño sino que me callo, me avinagro, me entristezco. Plop, plop, plop...
Quiero dormir sin despertarme por las noches, quiero que no se me consideren el eslabón débil y no me tomen constantemente el pelo, quiero que dejen de usar el chantaje emocional para conseguir lo que quieren de mí, quiero que vean que yo también existo. Plop, plop, plop...
Y todo lo que quiero no va a realizarse jamás y lo sé. Por lo tanto, lo acepto, aunque hay veces que me rebelo contra esa aceptación y hago que el vaso se desborde y me toca volver a empezar de nuevo para no ahogarme. El problema es que el agua sigue y sigue cayendo: plop, plop, plop...
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